El Nuevo País, domingo 6 de noviembre de 2011
GD Carlos Peñaloza
Cómo cayó en combate el jefe guerrillero Víctor Soto Rojas -hermano del actual Presidente de la Asamblea Nacional-, cuando el grupo guerrillero que comandaba chocó con una patrulla del Ejército comandada por el teniente Rojas Graffe, a quien ahora se quiere enjuiciar por ese hecho de guerra.
Victor Soto Rojas, el comandante guerrillero muerto en acción en las montañas de El Bachiller, hecho al cual se refirió mi artículo del sábado 5 de noviembre, era un activista del MIR que al graduarse de sociólogo en la UCV en 1963 decidió, como tantos de sus contemporáneos, vivir la aventura guerrillera.
Pronto descubrió que en la montaña la vida no era fácil. El Ejército patrullaba constantemente y cadadía era un viacrucis.
Un encuentro con los militares a finales de julio del 64 separó a Víctor de su columna y empezó a deambular solo por el monte en dirección a la casa de su familia en su pueblo natal, Altagracia de Orituco. Entretanto, el 27 de julio de 1964, parte de su grupo en huida llegaba a una casa en un claro cercano al caserío Batatal, límites entre Guárico y Miranda. Allí un campesino preparaba su almuerzo.
Hambrientos como estaban, lo asaltaron, le quitaron la comida, lo amarraron. Agotados, se quedaron a descansar en la casa sin darse cuenta de que uno de los hijos del agricultor los observaba desde la espesura.
Al ver que su padre era agredido por un grupo de hombres armados, el joven campesino salió a la carrera a notificar lo que estaba pasando al comando anti guerrillero más cercano, situado en Batatal, a unos 10 kilómetros de Altagracia de Orituco.
Al caer la tarde el joven campesino llegó al campamento e informó a los militares del Grupo de Caballería Plaza sobre lo que estaba pasando.
De inmediato se designó una patrulla de veinte soldados al mando del teniente José Tomas Rojas Graffe para ir hasta el sitio. Los militares llegaron sigilosamente al lugar, cerca de la medianoche, y lograron desarmar al centinela, que se había quedado dormido.
Luego penetraron en la casa donde todos dormían, deteniendo a cuatro guerrilleros y liberando al campesino propietario del fundo.
Pero la mayoría de los guerrilleros logró huir aprovechando la oscuridad. Pronto regresaron a auxiliar a sus compañeros y se originó un intenso tiroteo.
Los guerrilleros que habían escapado disparaban desde una altura cerca de la casa. Los soldados reaccionaron como suelen ante lo más temido en estas operaciones, que es una emboscada por fuerzas superiores. La confusión afectaba a los dos bandos y los soldados repelieron el ataque. Luego de controlar la situación, el teniente Rojas Graffe, comandante de la patrulla militar, estableció una posición defensiva alrededor en la choza y esperó en vela hasta el amanecer, cuando podría apreciar mejor la situación, especialmente el poder ofensivo de los atacantes. Al aclarar el día rastrearon la zona cercana y encontraron el cadáver de un guerrillero que pudo ser identificado como Leonel Gómez, y dos guerrilleros seriamente heridos: Heriberto Cartagena (a) Malpica y Rubén Gálvez.
El cuarto detenido había logrado huir en la oscuridad de la noche, sin que se le hubiera identificado.
El teniente Rojas Graffe llevó a los detenidos al campamento militar de Batatal y allí los entregó, el 28 de julio, a una comisión del comando del Teatro de Operaciones que vino en helicóptero a recogerlos. El encuentro armado había sido un acto de guerra, un combate limpio en la oscuridad, entre tropas del Estado venezolano defensoras de la democracia y guerrilleros que promovían el establecimiento de una dictadura comunista dirigida por Fidel Castro.
Ese 28 de julio el teniente Rojas Graffe tenía un motivo adicional para sentirse feliz. Dos días después, el 30 de julio, su unidad sería relevada del Teatro de Operaciones y se reuniría de nuevo con su familia en San Juan de los Morros.El teniente Rojas Graffe, quien esa noche cumplió cabalmente su deber militar, es ahora el objetivo primario de la Ley Soto Rojas. Lo contradictorio del caso es que el teniente cumplidor de su deber de aquella época, hoy en día un coronel retirado con 70 años a cuestas, nunca tuvo en su poder a Víctor Soto Rojas, el guerrillero por cuya muerte le señalan.
Ni lo tuvo detenido bajo su control ni vio jamás a Víctor Soto Rojas. Pero el hermano del guerrillero, actual Presidente de la Asamblea, cree lo contrario. Es probable que Fernando Soto Rojas, nativo de Altagracia de Orituco, no sepa que el teniente Rojas Graffe es nativo de San José de Guaribe, un pueblo situado apenas a 50 km. de Altagracia.
Tampoco debe saber que este teniente es un familiar suyo.
En el artículo del lunes 7, aportaré más datos sobre este suceso donde el Ejército Forjador de Libertades cumplió a cabalidad con su deber constitucional, y demostraré la inocencia del teniente Rojas Graffe.
Este lunes: El Presidente de la Asamblea Nacional, Fernando Soto Rojas, ha hecho aprobar una Ley para vengar la muerte de su hermano guerrillero, olvidando que él mismo, como jefe guerrillero, participó en el fusilamiento de soldados y campesinos.
Será el último artículo de esta serie de tres.
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